NdR. La siguiente historia, realmente sucedió en uno de los bares más conocidos del Callao. Lo cuento para que vean que nosotros, los chalacos, no reímos de nuestros propios problemas. Dios mediante, que LA PAZ sea lo único que impere en nuestro querido Callao.
Al conocido bar, indicado en la NdR, ingresó a tomar unas cervezas un patita, ya de edad, palomilla antiguo plantado. Se ubicó en una de las mesas y le pidió a la dueña del establecimiento una botella de cerveza. Vio que en otra mesa, habían dos jóvenes tomando licor y graciosamente les hizo una seña de que les mandaba dos cervezas por cuenta de él. Los jóvenes agradecieron y empezaron a tomar el par de heladas. Ya se habían dado cuenta que el invitante estaba con plata y se les metió en la cabeza la idea de asaltarlo. Así que salieron y al rato regresaron con dos más y siguieron bebiendo.
A los 5 minutos, se paran los dos primeros jóvenes a quienes el veterano les había invitado las cervezas, se acercan a la mesa del palomilla antiguo, sacan revólveres y le dicen al veterano:
-Ya perdiste, tío.
El palomilla plantado responde:
-Puta, sobrino, he venido a tomarme un par de chelas (cervezas) tranquilo y tú la cagas.
Para esto, sin que los jóvenes asaltantes, se dieran cuenta, ya el palomilla plantado había sacado un arma y la tenía camuflada. En eso, sonaron dos disparos que fueron tan precisos que, al toque, acabaron con la vida de los asaltantes. Los otros dos que estaban en la otra mesa, salieron corriendo del local. Antes de huir del bar, el palomilla plantado, se agachó y dirigiéndose al cadáver del que le dijo: ya perdiste, tío, le repitió:
-Puta, sobrino, he venido a tomarme un par de chelas (cervezas) tranquilo y tú la cagas.
Se levantó, sacó un billete de US$100.00 de uno de sus bolsillos, se lo dio a la dueña del local por los perjuicios ocasionados y se retiró tranquilo de la cantina.
Dicen que, esa misma noche el palomilla plantado se fue a los EE.UU. y no se volvió a saber nada de él.
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